Muy temprano en la mañana, antes de la salida del sol del 28 de diciembre, en Sanare (edo. Lara) se preparan para iniciar la celebración de La Zaragoza, una fiesta tradicional que combina rituales religiosos y paganos, en la cual se pagan las promesas hechas a los Santos Inocentes bialando todo el día y se celebra la buena cosecha y se agradece la prosperidad.
La Zaragoza es una celebración de origen indígena que con la evangelización se convirtió en devoción hacia los Santos Inocentes (Strauss, 1999). Se acostumbra pedir y pagar promesas ese día, pero hay que ocultar el rostro con disfraces y bailar para que así se cumplan. A La Zaragoza también se le llama "el baile de las locainas" como una referencia a las madres cuyos hijos murieron por orden de Herodes, quienes enloquecieron por el dolor de esa pérdida.
Una de las principales características de esta tradición es la conformación de una cofradía encargada de organizar de la fiesta, encabezada por un Capitán Mayor. Desde 1955, y tras cinco generaciones de capitanes, el señor Berbabé Alvarado es el Capitán Mayor. El señor Bernabé fundó y actualmente dirige la Escuela de la Zaragoza, donde forma a los niños que reemplazarán a los viejos Zaragozas.
La estructura de la cofradía está compuesta por otros capitanes menores, encargados de diferentes tareas en las festividad: la custodia del cuadro de los Santos Inocentes, la organización de los Zaragozas que van a pagar promesas, la música, el baile y las ofrendas.
Al llegar a Sanare, uno se ve contagiado de la alegría y la significación espiritual de esta festividad, se une al coro que entona el canto y baila junto con las locainas siguiendo la procesión de las comparsas de iglesia en iglesia. Los hombres disfrazan sus voces bajo sus enormes máscaras y sus trajes vistosos. De cada atuendo cuelgan decenas de cascabeles que dan a la procesión un particular sonido que acompaña al tambor, las maracas, el cuatro y las voces.
La Sra. María encabeza la marcha llevando el cuadro milagroso que representa la matanza de los inocentes ordenada por Herodes en la persecusión del niño Jesús; detrás van cantando los músicos, seguidos por las comparsas de locainas que van bailando y metiéndose con los visitantes y curiosos. Sacan a bailar a la muchachas, niños y señoras e involucran a todos en la celebración.
La misa se celebra en medio de una mezcla de golpes, cantos y música sacra, en los que conviven bailes, ritos religiosos, indígenas, y cánticos, pero no se baila dentro de la iglesia por respeto a la figura de Jesús. Al terminar el recorrido por los templos y la misa, las comparsas de reunen en la plaza y bailan hasta mucho después de caer la tarde, cuando ya el cuerpo sólo tiene fuerza para disfrutar los fuegos artificiales y agradecer el día de los inocentes junto a las Zaragozas en Sanare.
En las escuelas y centros de cultura tradicional este es uno de los bailes venezolanos más representados por la sencillez de sus pasos, la alegría de la música y el colorido vestuario. Una de las representaciones más genuinas que recuerdo la compartimos en Los grillitos con los niños de la escuelita en diciembre de 2007 dentro del proyecto "Tendiendo puentes" del Banco del Libro. Con papel, máscaras sencillas y mucho ánimo, las maestras y los niños nos ofrecieron un baile de Zaragozas que siempre recordaremos.
Referencias:
Strauss K., Rafael. Diccionario de Cultura Popular. Fundación Bigott. 1999. Caracas. Venezuela.
Para leer más:
http://www.guayabaverde.com
http://revistavoces.ohlog.com
http://www.venaventours.com
Para ver en YouTube:
Salida de Salida de Los Zaragozas
Preparación de un Zaragoza y visión general de la festividad
En la escuela
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