Mostrando entradas con la etiqueta rana encantada. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta rana encantada. Mostrar todas las entradas

8.9.21

¡Ya tenemos 13 años!


Ilustración: Linsabel Noguera

¡Este es nuestro mes aniversario!

🎂

El 8 de septiembre fue nuestro cumpleaños y celebraremos el fin de semana con cuentos y *sorteo*.

¡Sí! El domingo 12 tendremos cuentos en directo en Instagram. ¡A las 11:30 am CCS - 17:30 h BCN nos encontramos otra vez!

Cuentos, canciones, un taller express y de regalo para ti, una función de zoom para tu clase, ahora que empieza la escuela.

Participar en el *sorteo* es muy fácil:

1. Sigue nuestra cuenta IG @ranaencantada.

2. Invita a una amiga o a un amigo de tu salón de clases.

3. Comenta por qué te gustaría ganar esta función virtual de cuentos.

¡Listo!

Luego una app hará su magia para seleccionar quién gana. 

Puedes participar desde cualquier lugar del mundo, que allí llegaremos con los cuentos.


🖍️✂️🧦

Y para el taller, ¿qué necesitarás? 

Una media o calcetín
Un tubo de cartón del papel de baño
Pegamento o cola blanca
Marcadores o rotuladores
Una tijera escolar. 

¿Ya sabes qué haremos? ¡Qué bien! ¡Nos pondremos manos a la obra!

¡Nos vemos el domingo para celebrar nuestro cumpleaños!

31.5.21

Postales para la paz en 0-800-Flor



"Mi lugar favorito del mundo es el mar, porque me alegra el corazón."
Jana, 4 años. Colegio Francés BCN.


Queríamos volver y hemos encontrado un motivo muy bonito para hacerlo: un recuerdo de nuestro programa Postales para la paz. 

Hace unos años, Flor Alicia Anzola, nos dedicó este espacio en sus micros sobre emprendimiento 0-800-Flor y hoy lo hemos encontrado conversando sobre las cosas valiosas que nos dan vida, por lo que no tardamos en compartirlo con ustedes. 

¡Que sea alegría  también para nuestros queridos lectores!


Postales Para La Paz, una vía para promover vínculos sociales

 

24.5.10

Camino de poesía


La ilustración es de Rosario Elizalde


De "La alegría de querer" a la alegría de leer, los versos de Jairo Aníbal Niño abren el camino esta semana para viajar por la sonrisa.


Es tan azul tu sombra

Es tan azul tu sombra
que te sigo paso a paso
sin ninguna otra intención
que la de poner a navegar
sobre tu sombra azul
a mis barquitos de papel

Jairo Aníbal Niño

7.5.10

Fin de semana maternal




Todos los días nos llenamos de mimos recíprocos, pero este fin de semana hay más: es el día de mamá. ¿A dónde la podemos invitar?

· Sábado 8

11:00 am La hora del Cuento y EL rincón del bebé. Banco del Libro.
Av. Luis Roche, Edf. Banco del Libro, Altamira Sur. Metro Altamira.

11:oo am Talleres, cuentos y el espacio para leer de La rana encantada y Plastilinarte en Venezuela Innova hasta las 9:00 pm. CIEC. Universidad Metropolitana. Terrazas del Ávila. (Al lado del supermercado Éxito). Metro La California + transporte a Terrazas del Ávila. Entrada a Venezuela Innova Bs 25. Talleres gratuitos.

4:00 pm Los antaños de estadium. Concierto para madres. PDVSA La estancia. Av Francisco de Miranda Centro de Arte La Estancia. Metro Altamira.

7:00 pm Gala pianística con Igor Lavrov y Goulnara Galimchina. PDVSA La estancia. Av Francisco de Miranda Centro de Arte La Estancia. Metro Altamira.


· Domingo 9

10:oo am Trina medina y su orquesta Arte en la calle. Plaza Los Palos Grandes, 3º Avenida con 2º Transversal, Los palos grandes. Metro Altamira.

11:00 am Píntame tu cuento. Parque Justicia y Paz. Av. Mohedano. Casco Central Chacao, frente a la Plaza Bolívar. Metro Chacao.

11:00 am Alegría, Son y Azúcar con Mirna Ríos. Concierto especial para las Madres. PDVSA La estancia. Av Francisco de Miranda Centro de Arte La Estancia. Metro Altamira.

3:00 pm Teatro Negro de Barlovento.
PDVSA La estancia. Av Francisco de Miranda Centro de Arte La Estancia. Metro Altamira.

4:30 pm Narracuentos UCAB y Cuentos de la vaca azul. Parque el Caballito. 7ma av con 7ma trv, Altamira. Metro Altamira.

5:30 pm Concierto para las Madres. Banda Marcial Caracas. PDVSA La Estancia, actividades en Plaza Venezuela. Metro Plaza Venezuela

Teatro:

"El árbol de humo". Teatro universitario para niños El Chichón. Sábado 8, 3:00 pm. Domingo 9, 3:00 y 5:00 pm. Sala de Conciertos UCV. Entrada Libre.


Exposiciones:

"Ana Frank, una historia vigente". 8 al 20 de mayo. Centro de Arte Los Galpones, 8va transversal de Los Chorros. Metro Los dos caminos.

"XXX Exposición Los mejores libros para niños y jóvenes". Hall del Banco del Libro. Desde el 30 de abril hasta el 30 de junio. Lunes a viernes de 9:00 am a 5:00 pm. Sábados de 10:00 am a 2:00 pm. Ave. Luis Roche, Edf. Banco del Libro. Altamira Sur. Metro Altamira.

"Tradiciones de la Colonia Tovar". Fotografias. Hasta el 31 de mayo. 9:00 am a 4:00 pm. Centro de la Diversidad Cultural. Av. Zuloaga con calle América, antigua Quinta Micomicona. Urbanización Los Rosales. Metro La Bandera.

"Agua de vida. Agua debida". Reflexiones sobre el recurso mas valioso de la Tierra. Salas 5 y 6. Museo de Ciencias. Metro Bellas Artes.

"América Latina. Identidades cruzadas. Diferencias compartidas". Salas 1, 3, 4, 5 y 11 Museo de Bellas Artes. Metro Bellas Artes.

"Jardines mágicos", de Flor María Pérez. Galería Azularte. Calle Comercio. Local 12-D. El Hatillo.

6.1.10

Poema de los reyes magos




Para desearles feliz día de Reyes, publicamos un fragmento del Poema de los reyes magos del poeta venezolano Efraín Subero (1931 - 2007)

Bajo la estrella
encendida
sobre el portal
de Belén,
tres Reyes
rinden tributo
a un niño,
a un ángel,
a un rey,
¡en un palacio
de paja
junto a una mula
y un buey!

5.10.09

Historia de la señorita Grano de Polvo bailarina del Sol


Ilustración de Bee Willey para el libro El ladrón y la bailarina. Kókinos. 2003

Uno de mis cuentos favoritos desde la infancia sirve hoy de homenaje a nuestra escritora Teresa de la Parra (París, 5 de octubre de 1889 - Madrid, 23 de abril de 1936)

"Era una mañana a fines del mes de abril. El buen tiempo en delirio, contrastaba irónicamente con un pobre trabajo de escribanillo que tenía yo entre manos aquel día. De pronto como levantara la cabeza vi a Jimmy, mi muñeco de fieltro que se balanceaba sentado frente a mí, apoyando la espalda en la columna de la lámpara. La pantalla parecía servirle de parasol. No me veía y su mirada, una mirada que yo no le conocía estaba fija con extraña atención en un rayo de sol que atravesaba la pieza.

-¿Qué tienes, querido Jimmy? -le pregunté-. ¿En qué piensas?

-En el pasado -me respondió simplemente sin mirarme- y volvió a sumirse en su contemplación.

Y como temiese haberme herido por la brusquedad de la respuesta:

-No tengo motivos para esconderte nada -replicó-. Pero por otro lado, nada puedes hacer ¡ay! por mí; y suspiró en forma que me destrozó el corazón.

Tomó cierto tiempo. Dio media vuelta a las dos arandelas de fieltro blanco que rodean sus pupilas negras y que son el alma de su expresión. Pasó ésta al punto de la atención íntima, al ensueño melancólico. Y me habló así:

-Sí, pienso en el pasado. Pienso siempre en el pasado. Pero hoy especialmente, esta primavera tibia e insinuante reanima mi recuerdo. En cuanto al rayo de sol quien, clava a tus pies, fíjate bien, la alfombra que transfigura, este rayo de sol se parece tanto a aquel otro en el cual encontré por primera vez a... ¡Ah! ¡siento que necesitarás suplir con tu complacencia la pobreza de mis palabras!

-Imagínate la criatura más rubia, más argentinada, más locamente etérea que haya nunca danzado por sobre las miserias de la vida. Apareció y, mi ensueño se armonizó al instante con su presencia milagrosa. ¡Qué encanto! Bajaba por el rayo de sol, hollando con su presencia deslumbrante aquel camino de claridad que acababa de recordármela. Suspiros imperceptibles a nuestro burdo tacto animaban a su alrededor un pueblo de seres semejantes a ella, pero sin su gracia soberana ni su atractivo fulminante. Retozaba ella con todos un instante, se enlazaba en sus corros, se escapaba hábil por un intersticio, evitaba de un brinco el torpe abrazo del monstruo-mosquito ebrio y pesado como una fiera... mientras que un balanceo insensible y dulce la iba atrayendo hacia mí-. Dios mío ¡qué linda era!

-Como rostro no tenía ninguno propiamente hablando. Te diré que en realidad no poseía una forma precisa. Pero tomaba del sol con vertiginosa rapidez todos los rostros que yo hubiese podido soñar y que eran precisamente los mismos con que soñaba cuando pensaba en el amor. Su sonrisa en vez de limitarse a los pliegues de la boca se extendía por sobre todos sus movimientos. Así, aparecía, tan pronto rubia como el reflejo de un cobre, tan pronto pálida y gris como la luz del crepúsculo, ya oscura y misteriosa como la noche. Era a la vez suave como el terciopelo, loca como la arena en el viento, pérfida como el ápice de espuma al borde de una ola que se rompe. Era mil y mil cosas más rápido que mis palabras no lograban seguir sus metamorfosis.

-Quedé larguísimo rato mirándola invadido por una especie de estupor sagrado... De pronto se me escapó un grito... La bailarina etérea iba a tocar el suelo. Todo mi ser protestó ante la ignominia de semejante encuentro, y me precipité.

-Mi movimiento brusco produjo extrema perturbación en el mundo del rayo de sol y muchos de los geniecillos se lanzaron, creo que por temor hacia las alturas. Pero mis ojos no perdían de vista a mi amada. Inmóvil, conteniendo la respiración, la espiaba con la mano extendida. ¡Ah divina alegría! La mayor y la última ya de mi vida. En esa mano extendida había ella caído. Renuncio a detallarte mi estado de espíritu. El corazón me latía en forma tan acelerada que en mi mano temblorosa, mi dueña bailaba todavía. Era un vals lento y cadencioso de una coquetería infinita.

-Señorita Grano de Polvo... -le dije.

-¿Y cómo sabes mi nombre?

-Por intuición, le contesté, el... en fin... el amor.

-El amor, exclamó ella, ¡Ah! y volvió a bailar pero de un modo impertinente. Me pareció que se reía.

-No te rías -le reproché-, te quiero de veras. Es muy serio.

-Pero yo no tengo nada de seria -replicó-. Soy la señorita Grano de Polvo, bailarina del Sol. Sé demasiado que mi alcurnia no es de las más brillantes. Nací en una grieta del piso y nunca he vuelto a mi madre. Cuando me dicen que es una modesta suela de zapato, tengo que creerlo, pero nada me importa puesto que soy ahora la bailarina del Sol. No puedes quererme. Si me quieres, querrás también llevarme contigo y entonces ¿qué sería de mí? Prueba, quita tu mano un instante y ponla fuera del rayo.

Le obedecí. Cuál no fue mi decepción cuando en mi mano, reintegrada a la penumbra, contemplé una cosita lamentable e informe, de un gris dudoso, toda ella inerte y achatada. ¡Tenía ganas de llorar!

-¡Ya ves! -dijo ella-. Está ya hecha la experiencia. Sólo vivo para mi arte. Vuelve a ponerme pronto en el rayo de sol.

Obedecí. Agradecida bailó de nuevo un instante en mi mano.

-¿De qué cosa es tu mano?

-Es de fieltro, contesté ingenuamente.

-¡Es carrasposa! -exclamó-. Cuánto más prefiero mi camino aéreo -y trató de volar.

Yo no sé qué me invadió. Furioso, por el insulto, pero además por el temor de perder a mi conquista, jugué mi vida entera en una decisión audaz. Será opaca, pero será mía, «pensé». La cogí y la encerré dentro de mi cartera que coloqué sobre mi corazón.

Aquí está desde hace un año. Pero la alegría ha huido de mí. Esta hada que escondo, no me atrevo ya a mirarla tan distinta la sé, de aquella visión que despertó mi amor. Y sin embargo prefiero retenerla así que perderla de un todo al devolverle su libertad.

-¿De modo que la tienes todavía en tu cartera? -le pregunté picado de curiosidad.

-Sí. ¿Quieres verla?

Sin esperar mi respuesta y porque no podía aguantar más su propio deseo, abrió la cartera y sacó lo que se llamaba: «la momia de la señorita Grano de Polvo». Hice como si la viera pero sólo por amabilidad, pues en el fondo, no veía absolutamente nada. Hubo entre Jimmy y yo un momento de silencio penoso.

-Si quieres un consejo -le dije al fin- te doy éste: dale la libertad a tu amiga. Aprovecha ese rayo de sol. Aunque no dure más que dos horas serán dos horas de éxtasis. Eso vale más que continuar el martirio en que vives.

-¿Lo crees de veras? -interrogó él mirándome con ansiedad-. Dos horas. ¡Ah, qué tentaciones siento! Sí, acabemos: ¡sea!

Así diciendo, sacó de su cartera a la señorita Grano de Polvo y la volvió a colocar en el rayo. Fue una resurrección maravillosa. Saliendo de su misterioso letargo la bailarinita se lanzó loca, imponderable y como espiritual, idéntica a la descripción entusiasta que me había hecho Jimmy. Comprendí al punto su pasión. Había que verlo a él inmóvil, bocabierto ebrio de belleza. La voluptuosidad amarga del sacrificio se unía a la alegría purísima de la contemplación. Y a decir verdad, su rostro me parecía más bello que la danza del hada, puesto que estaba iluminado de una nobleza moral extraña a la falaz bailarina.

De pronto, juntos, exhalamos un grito. Un insecto enorme y estúpido, insecto grande como la cabeza de un alfiler, al bostezar acababa de tragarse a la señorita Grano de Polvo.
¿Qué más decir ahora?

El pobre Jimmy con los ojos fijos consideraba la extensión de su deleite. Nos quedamos largo rato silenciosos incapaces de hallar nada que pudiese expresar, yo mi remordimiento y él su desesperación. No tuvo ni para mí, ni para la fatalidad siquiera una palabra de reproche, pero vi muy bien cómo bajo el pretexto de levantar la arandela de fieltro que gradúa la expresión de sus pupilas, se enjugó furtivamente una lágrima."

16.9.08

La rana Zarevna o la Princesa Rana


Sello postal inspirado en el cuento (1975)




Un cuento clásico ruso que hacía mis delicias cuando veía su versión animada en aquellas comiquitas que pasaban en el canal 5 (VTV Canal 5) y que muchas veces me hicieron desear ir a estudiar animación en Rusia. Luego salía emocionada a leer la historia para recordarla todas las veces que quisiera... y después de un tiempo descubrí esta otra versión en una animación -también rusa- más corta.


"En un reino muy lejano reinaban un zar y una zarina que tenían tres hijos. Los tres eran solteros, jóvenes y tan valientes que su valor y audacia eran envidiados por todos los hombres del país. El menor se llamaba el zarevich Iván.

Un día les dijo el zar:

-Queridos hijos: Tomad cada uno una flecha, tended vuestros fuertes arcos y disparadla al acaso, y dondequiera que caiga, allí iréis a escoger novia para casaros.

Lanzó su flecha el hermano mayor y cayó en el patio de un boyardo, frente al torreón donde vivían las mujeres; disparó la suya el segundo hermano y fue a caer en el patio de un comerciante, clavándose en la puerta principal, donde a la sazón se hallaba la hija, que era una joven hermosa. Soltó la flecha el hermano menor y cayó en un pantano sucio al lado de una rana.

El atribulado zarevich Iván dijo entonces a su padre:

-¿Cómo podré, padre mío, casarme con una rana? No creo que sea ésa la pareja que me esté destinada.

-¡Cásate -le contestó el zar-, puesto que tal ha sido tu suerte!

Y al poco tiempo se casaron los tres hermanos: el mayor, con la hija del boyardo; el segundo, con la hija del comerciante, e Iván, con la rana.

Algún tiempo después el zar les ordenó:

-Que vuestras esposas me hagan, para la comida, un pan blanco y tierno.

Volvió a su palacio el zarevich Iván muy disgustado y pensativo.

-¡Kwa, kwa, Iván Zarevich! ¿Por qué estás tan triste? -le preguntó la Rana-. ¿Acaso te ha dicho tu padre algo desagradable o se ha enfadado contigo?

-¿Cómo quieres que no esté triste? Mi señor padre te ha mandado hacerle, para la comida, un pan blanco y tierno.

-¡No te apures, zarevich! Vete, acuéstate y duerme tranquilo. Por la mañana se es más sabio que por la noche -le dijo la Rana.

Acostose el zarevich y se durmió profundamente; entonces la Rana se quitó la piel y se transformó en una hermosa joven llamada la Sabia Basilisa, salió al patio y exclamó en alta voz:

-¡Nanas, nanitas! ¡Preparadme un pan blanco y tierno como el que comía en casa de mi querido padre!

Por la mañana, cuando despertó el zarevich Iván, la Rana tenía ya el pan hecho, y era tan blanco y delicioso que no podía imaginarse nada igual. Por los lados estaba adornado con dibujos que representaban las poblaciones del reino, con sus palacios y sus iglesias.

El zarevich Iván presentó el pan al zar; éste quedó muy satisfecho y le dio las gracias; pero en seguida ordenó a sus tres hijos:

-Que vuestras mujeres me tejan en una sola noche una alfombra cada una.

Volvió el zarevich Iván muy triste a su palacio, y se dejó caer con gran desaliento en un sillón.

-¡Kwa, kwa, zarevich Iván! ¿Por qué estás tan triste? -le preguntó la Rana-. ¿Acaso te ha dicho tu padre algo desagradable o se ha enfadado contigo?

-¿Cómo quieres que no esté triste cuando mi señor padre te ha ordenado que tejas en una sola noche una alfombra de seda?

-¡No te apures, zarevich! Acuéstate y duerme tranquilo. Por la mañana se es más sabio que por la noche.

Acostose el zarevich y se durmió profundamente; entonces la Rana se quitó su piel y se transformó en la Sabia Basilisa; salió al patio y exclamó:

-¡Viento impetuoso! ¡Tráeme aquí la misma alfombra sobre la cual solía sentarme en casa de mi querido padre!

Por la mañana, cuando despertó Iván, la Rana tenía ya la alfombra tejida, y era tan maravillosa que es imposible imaginar nada semejante. Estaba adornada con oro y plata y tenía dibujos admirables.

Al recibirla el zar se quedó asombrado y dio las gracias a Iván; pero no contento con esto ordenó a sus tres hijos que se presentasen con sus mujeres ante él.

Otra vez volvió triste a su palacio Iván Zarevich; se dejó caer en un sillón y apoyó en su mano su cabeza.

-¡Kwa, kwa, zarevich Iván! ¿Por qué estás triste? ¿Acaso te ha dicho tu padre algo desagradable o se ha enfadado contigo?

-¿Cómo quieres que no esté triste? Mi señor padre me ha ordenado que te lleve conmigo ante él. ¿Cómo podré presentarte a ti?

-No te apures, zarevich. Ve tú solo a visitar al zar, que yo iré más tarde; en cuanto oigas truenos y veas temblar la tierra, diles a todos: «Es mi Rana, que viene en su cajita».

Iván se fue solo a palacio. Llegaron sus hermanos mayores con sus mujeres engalanadas, y al ver a Iván solo empezaron a burlarse de él, diciéndole:

-¿Cómo es que has venido sin tu esposa?

-¿Por qué no la has traído envuelta en un pañuelo mojado?

-¿Cómo hiciste para encontrar una novia tan hermosa?

-¿Tuviste que rondar por muchos pantanos?

De repente retumbó un trueno formidable, que hizo temblar todo el palacio; los convidados se asustaron y saltaron de sus asientos sin saber qué hacer; pero Iván les dijo:

-No tengáis miedo: es mi Rana, que viene en su cajita.

Llegó al palacio un carruaje dorado tirado por seis caballos, y de él se apeó la Sabia Basilisa, tan hermosísima, que sería imposible imaginar una belleza semejante. Acercose al zarevich Iván, se cogió a su brazo y se dirigió con él hacia la mesa, que estaba dispuesta para la comida. Todos los demás convidados se sentaron también a la mesa; bebieron, comieron y se divirtieron mucho durante la comida.

Basilisa la Sabia bebió un poquito de su vaso y el resto se lo echó en la manga izquierda; comió un poquito de cisne y los huesos los escondió en la manga derecha. Las mujeres de los hermanos de Iván, que sorprendieron estos manejos, hicieron lo mismo.

Más tarde, cuando Basilisa la Sabia se puso a bailar con su marido, sacudió su mano izquierda y se formó un lago; sacudió la derecha y aparecieron nadando en el agua unos preciosísimos cisnes blancos; el zar y sus convidados quedaron asombrados al ver tal milagro. Cuando se pusieron a bailar las otras dos nueras del zar quisieron imitar a Basilisa: sacudieron la mano izquierda y salpicaron con agua a los convidados; sacudieron la derecha y con un hueso dieron al zar un golpe en un ojo. El zar se enfadó y las expulsó de palacio.

Entretanto, Iván Zarevich, escogiendo un momento propicio, se fue corriendo a casa, buscó la piel de la Rana y, encontrándola, la quemó. Al volver Basilisa la Sabia buscó la piel, y al comprobar su desaparición quedó anonadada, se entristeció y dijo al zarevich:

-¡Oh Iván Zarevich! ¿Qué has hecho, desgraciado? Si hubieses aguardado un poquitín más habría sido tuya para siempre; pero ahora, ¡adiós! Búscame a mil leguas de aquí; antes de encontrarme tendrás que gastar andando tres pares de botas de hierro y comerte tres panes de hierro. Si no, no me encontrarás.

Y diciendo esto se transformó en un cisne blanco y salió volando por la ventana.

Iván Zarevich rompió en un llanto desconsolador, rezó, se puso unas botas de hierro y se marchó en busca de su mujer. Anduvo largo tiempo y al fin encontró a un viejecito que le preguntó:

-¡Valeroso joven! ¿Adónde vas y qué buscas?

El zarevich le contó su desdicha.

-¡Oh Iván Zarevich! -exclamó el viejo-. ¿Por qué quemaste la piel de la Rana? ¡Si no eras tú quien se la había puesto, no eras tú quien tenía que quitársela! El padre de Basilisa, al ver que ésta desde su nacimiento le excedía en astucia y sabiduría, se enfadó con ella y la condenó a vivir transformada en rana durante tres años. Aquí tienes una pelota -continuó-; tómala, tírala y síguela sin temor por donde vaya.

Iván Zarevich dio las gracias al anciano, tomó la pelota, la tiró y se fue siguiéndola.

Transcurrió mucho tiempo y al fin se acercó la pelota a una cabaña que estaba colocada sobre tres patas de gallina y giraba sobre ellas sin cesar. Iván Zarevich dijo:

-¡Cabaña, cabañita! ¡Ponte con la espalda hacia el bosque y con la puerta hacia mí!

La cabaña obedeció; el zarevich entró en ella y se encontró a la bruja Baba-Yaga, con sus piernas huesosas y su nariz que le colgaba hasta el pecho, ocupada en afilar sus dientes. Al oír entrar a Iván Zarevich gruñó y salió enfadada a su encuentro:

-¡Fiú, fiú! ¡Hasta ahora aquí ni se vio ni se olió a ningún hombre, y he aquí uno que se ha atrevido a presentarse delante de mí y a molestarme con su olor! ¡Ea, Iván Zarevich! ¿Por qué has venido?

-¡Oh tú, vieja bruja! En vez de gruñirme, harías mejor en darme de comer y de beber y ofrecerme un baño, y ya después de esto preguntarme por mis asuntos.

Baba-Yaga le dio de comer y de beber y le preparó el baño. Después de haberse bañado, el zarevich le contó que iba en busca de su mujer, Basilisa la Sabia.

-¡Oh cuánto has tardado en venir! Los primeros años se acordaba mucho de ti, pero ahora ya no te nombra nunca. Ve a casa de mi segunda hermana, pues ella está más enterada que yo de tu mujer.

Iván Zarevich se puso de nuevo en camino detrás de la pelota; anduvo, anduvo hasta que encontró ante sí otra cabaña, también sobre patas de gallina.

-¡Cabaña, cabañita! ¡Ponte como estabas antes, con la espalda hacia el bosque y con la puerta hacia mí! -dijo el zarevich.

La cabaña obedeció y se puso con la espalda hacia el bosque y con la puerta hacia Iván, quien penetró en ella y encontró a otra hermana Baba-Yaga sentada sobre sus piernas huesosas, la cual al verle exclamó:

-¡Fiú, fiú! ¡Hasta ahora por aquí nunca se vio ni se olió a ningún hombre, y he aquí uno que se ha atrevido a presentarse delante de mí y a molestarme con su olor! Qué, Iván Zarevich, ¿has venido a verme por tu voluntad o contra ella?

Iván Zarevich le contestó que más bien venía contra su voluntad.

-Voy -dijo- en busca de mi esposa, Basilisa la Sabia.

-¡Qué pena me das, Iván Zarevich! -le dijo entonces Baba-Yaga-. ¿Por qué has tardado tanto en venir? Basilisa la Sabia te ha olvidado por completo y quiere casarse con otro. Ahora vive en casa de mi hermana mayor, donde tienes que ir muy de prisa si quieres llegar a tiempo. Acuérdate del consejo que te doy: Cuando entres en la cabaña de Baba-Yaga, Basilisa la Sabia se transformará en un huso y mi hermana empezará a hilar unos finísimos hilos de oro que devanará sobre el huso; procura aprovechar algún momento propicio para robar el huso y luego rómpelo por la mitad, tira la punta detrás de ti y la otra mitad échala hacia delante, y entonces Basilisa la Sabia aparecerá ante tus ojos.

Iván Zarevich dio a Baba-Yaga las gracias por tan preciosos consejos y se dirigió otra vez tras la pelota.

No se sabe cuánto tiempo anduvo ni por qué tierras, pero rompió tres pares de botas de hierro en su largo camino y se comió tres panes de hierro.

Al fin llegó a una tercera cabaña, puesta, como las anteriores, sobre tres patas de gallina.

-¡Cabaña, cabañita! ¡Ponte con la espalda hacia el bosque y con la puerta hacia mí!

La cabaña le obedeció y el zarevich penetró en ella y encontró a la Baba-Yaga mayor sentada en un banco hilando, con el huso en la mano, hilos de oro; cuando hubo devanado todo el huso, lo metió en un cofre y cerró con llave. Iván Zarevich, aprovechando un descuido de la bruja, le robó la llave, abrió el cofrecito, sacó el huso y lo rompió por la mitad; la punta aguda la echó tras de sí y la otra mitad hacia delante, y en el mismo momento apareció ante él su mujer, Basilisa la Sabia.

-¡Hola, maridito mío! ¡Cuánto tiempo has tardado en venir! ¡Estaba ya dispuesta a casarme con otro!

Se cogieron de las manos, se sentaron en una alfombra volante y volaron hacia el reino de Iván.

Al cuarto día de viaje descendió la alfombra en el patio del palacio del zar. Éste acogió a su hijo y nuera con gran júbilo, hizo celebrar grandes fiestas, y antes de morir legó todo su reino a su querido hijo el zarevich Iván."


...y colorín colorado, este cuento todo ha empezado...